Actividad física, discapacidad y salud
Artículo: Rifton.
Pasos hacia iniciativas de movimiento inclusivas y efectivas
Como fisioterapeuta e instructor de una clase de educación física de una escuela primaria, veo el valor de la aptitud física y la mejora funcional de primera mano. Niños de todas las capacidades se benefician de la actividad física, y me centro particularmente en los niños con problemas en el desarrollo o cognitivos que pueden impedir que se unan a las actividades familiares de la vida diaria o iniciativas de educación física.
Cuando se trata de salud y bienestar, esta población es vulnerable. Las estadísticas están en su contra; la falta de opciones de movilidad independiente les predispone a sufrir problemas cardiovasculares, debilidad muscular, fracturas y obesidad. Estos niños se verán expuestos a un ciclo de deterioro de la salud y disminución de la función normal según avancen hacia la edad adulta.
Pero también sabemos que este ciclo puede revertirse o al menos ralentizarse y atenuarse a través de la movilidad diaria y la participación en la actividad. El Programa de Oportunidades de Movilidad a través de la Educación (Mobility Opportunities Via Education – MOVE™) es un excelente ejemplo de intervención basada en actividades para mejorar las habilidades de movilidad y la salud general. El objetivo de este enfoque es entrenar a los niños con discapacidades físicas y cognitivas hacia su máximo potencial independiente en todas las áreas de la vida, con énfasis en la práctica de habilidades y el posicionamiento vertical. Y lo llevan a cabo de manera correcta, generando oportunidades frecuentes y repetitivas para mantenerse en bipedestación, caminando y aseándose en el aula y el hogar, o en actividades comunitarias. Dentro de este programa, los niños prosperan, a menudo sorprenden a sus médicos con sus ganancias en habilidades para caminar, sentarse o estar de pie, reflejando mejoras en la fuerza general, equilibrio y resistencia.
El Programa MOVE se centra en la intervención orientada a objetivos y el aprendizaje contextual. Los niños ayudan a establecer metas personales, y los pasos hacia el logro de estas metas se convierten en parte de la práctica diaria en entornos cotidianos. Sus objetivos pueden ser modestos: el deseo de bailar entre padre-hija en la noche de graduación, o aprender a caminar al baño para que la mamá no tenga que hacer tanta carga. La evidencia científica nos dice que las actividades organizadas en torno a las metas de un niño tienen los mejores resultados debido a la aceptación del niño y la familia. El establecimiento de metas colaborativas debe ser una consideración primaria al implementar rutinas de actividad para niños con discapacidades.
Otro fuerte factor motivante es un ambiente de inclusión o participación. Cada niño quiere involucrarse con sus compañeros y sus familias, ya sea por ejemplo en la natación, montar en bicicleta, jugar al fútbol u hornear galletas en la encimera de la cocina. Con el apoyo adecuado y un pensamiento creativo se puede lograr lo imposible. Tomemos por ejemplo a Madi. Con un diagnóstico de Espina Bífida, no puede caminar o moverse sin ayuda. Sin embargo, provista de un soporte móvil, un tutú y unas semanas de práctica, es compatible con cualquier persona en la pista de baile.
El equipo de adaptación cierra la brecha entre un estado de deterioro funcional y uno de inclusión y movilidad. Con el apoyo de entrenadores de marcha, bipedestadores o triciclos adaptativos, los niños logran estar erguidos, y tener mayor interacción y participación a la hora de divertirse en familia y actividades en el aula. Estas oportunidades son valiosas para la salud y el bienestar de un niño, con subproductos de la mejora de la fuerza, la resistencia y las habilidades sociales.
La investigación nos da una visión positiva hacia el uso de equipos adaptativos para mejorar la aptitud física. Vemos que el “entrenador” de la marcha, sumado a la práctica de ambulación, va mejorando la velocidad de caminar, la resistencia y la función motora gruesa de los niños con parálisis cerebral. De manera similar, los bipedestadores adaptativos ayudan a los niños a mejorar la densidad mineral ósea, la estabilidad de la cadera, el rango de movimiento, y reducir la espasticidad. Luego están los triciclos adaptativos. Aunque puedan parecer simplemente recreativos, sus beneficios físicos para el niño con discapacidad no pueden ser ignorados. Una revisión sistemática reciente apunta al hallazgo de que los triciclos adaptativos mejoran la fuerza muscular, el equilibrio y la función motora gruesa de los niños con parálisis cerebral. Hay que tener en cuenta que estos niños, si no estuvieran en equipos adaptativos como los mencionados con anterioridad, serían en su mayoría probablemente sedentarios.
Aunque no todo el mundo está capacitado para intervenir en una terapia, nada prohíbe el pensamiento creativo y proporcionar entornos de actividades inclusivas y de apoyo para el niño con discapacidad. De hecho, hay maneras emocionantes de facilitar el movimiento y la fuerza en este sector de la población, a la vez que se les incluye en las actividades de sus compañeros y se trabaja para lograr sus objetivos.
Recomiendo este vídeo en inglés de la fisioterapeuta Lori Potts, “Get Active, Get Ahead” (Ponte activo, sal adelante), en el que comparte inspiraciones e ideas para crear entornos inclusivos e iniciativas eficaces de fitness funcional para niños en equipos adaptativos, con el objetivo de fomentar una mejor salud y calidad de vida.
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